López Obrador y la militarización de México – 08/08/2021 – Latinoamérica21

Si bien México cuenta con la generación de profesionales más capacitados de la historia del país, ni el presidente Andrés Manuel López Obrador ni la sociedad mexicana tienen confianza en sus capacidades y han “congelado” una administración pública que necesita una renovación.

En este escenario, el gobierno ha optado por utilizar a los militares para realizar una miríada de funciones.

La corrupción, el autoritarismo tradicional, la falta de voluntad política real para luchar por una sociedad más democrática, el desánimo del pueblo y un militarismo socialmente arraigado son la base de la idea de relegar la administración pública a un segundo plano.

No hay interés en cambiar el sistema

En 2018, la sociedad estaba harta de la clase política tradicional. Este fue un terreno fértil para consolidar un mensaje que subrayaba “la esperanza de México”, que abarcaba lo que se ha denominado Mexicana “cuarta transformación”.

Pero el discurso no se materializó porque ni la clase política ni la propia sociedad pretenden cambiar la forma tradicional de hacer sus negocios.

López Obrador usó el habla, pero siempre supo que el principal enemigo de un político es el tiempo.

La necesaria transformación de todo el sistema político es imposible de lograr en un sexenio, y el presidente ha optado por ser concreto, ponerse manos a la obra y llevar a cabo sus grandes proyectos a toda costa.

Desde un principio dejó claro que el aeropuerto de Santa Lucía, el tren Maya, que va de Salina Cruz a Coatzacoalcos, y la refinería Dos Bocas eran sus prioridades.

Sospechando de ambos, el presidente ha recurrido a los militares como el brazo más confiable de la administración pública.

La empresa no estaba descontenta porque también tiene la visión de que los militares son los funcionarios gubernamentales más honestos y eficientes, lo que muestra un militarismo socialmente arraigado.

La actual administración ha tenido que atravesar un momento particularmente complicado en el que el crimen organizado tiene bajo control no solo a México sino también a toda su área de influencia en el Caribe y Centroamérica, lo que ha provocado un aumento de la inseguridad en América. en los últimos tres años, décadas.

AMLO heredó un país en el que la clase política no ha logrado reformar el aparato de seguridad, a pesar de haber destinado millones de recursos.

En ese contexto, el mandatario fue concreto y optó por posponer esta reforma, creando y consolidando la Guardia Nacional.

A esto se suman las consecuencias de la pandemia de coronavirus, que está afectando la gobernanza y la economía en todos los países del mundo y también afectando la esperanza de vida de muchas personas.

AMLO nunca tuvo la intención de transformar políticamente al país, sino de realizar una serie de proyectos que le permitieran ser recordado.

Para ello eligió a las Fuerzas Armadas como herramienta operativa.

Preocupación por la creciente presencia militar

Por otro lado, la sociedad civil organizada y los sectores académicos están preocupados por la creciente presencia militar en diversas actividades y han levantado sus “señales de alarma”, señalando el riesgo de que distintos ámbitos de la sociedad sean “militarizados”.

Es de especial preocupación la consolidación de la Guardia Nacional en materia de seguridad ciudadana, pero también el aumento de las misiones encomendadas a las Fuerzas Armadas.

También existen preocupaciones sobre la autonomía militar y la posibilidad de que los militares se “emborrachen” de poder y se vean tentados a utilizar actitudes pretorianas de abuso de poder.

Por otro lado, los oficiales comienzan a preocuparse de que su profesionalismo esté siendo atacado.

Perciben las críticas como provenientes de “enemigos”, mientras que el Ministerio de Defensa y el Ministerio de Marina responden por todos los medios a las demandas del poder político.

Para ello, el ejército requiere de más recursos y personal, lo cual es bien visto por la sociedad, ya que la sociedad, a través de sus representantes, requiere su intervención en la gestión de los asuntos públicos que van más allá del ámbito militar.

El poder militar siempre ha sido más fuerte cuando el poder político y la administración pública han sido más débiles.

La desconfianza de AMLO y la mayoría de sus electores en la clase política tradicional y la administración pública, junto con su mentalidad militarista, es lo que está detrás de la expansión de las misiones de las Fuerzas Armadas.

Esto es preocupante porque debilita la administración pública en varios sectores.

Pero no hay culpa ni responsabilidad de las Fuerzas Armadas. Lo que vemos es un reflejo del desprecio de las autoridades políticas con sus funciones y su negativa a gestionar sectores clave para la gobernabilidad de la convivencia democrática de la sociedad mexicana.

¿Son los militares más eficientes que otros profesionales? Es posible que su disciplina los haga más efectivos en determinadas misiones, pero los miembros de las Fuerzas Armadas son ciudadanos que comparten las mismas dificultades que el resto de la población.

La presencia de los militares en la gestión de la seguridad pública ya es una tradición en México.

Esperamos que esta nueva, profesional y eficiente Guardia Nacional sea un éxito en el mediano plazo, sirviendo de plataforma para una verdadera reforma de las fuerzas de seguridad.

Hasta que esto se logre, no se reducirá el número de asesinatos y crímenes.

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Chiquita Pasqual

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