Boric, izquierda del siglo XXI


El triunfo de Gabriel Boric en Chile ha provocado euforia. Hay quienes lo leen como una confirmación de una segunda ola de la izquierda latinoamericana, quienes ven en él el fracaso total del neoliberalismo, el triunfo de los pobres, etc. Todos hacen su interpretación de su historia, pero sobre todo de sus deseos. Pero quizás ayude más a entender que buscar los matices, las diferencias.

¿Qué tienen en común Boric en Chile y Ortega en Nicaragua o López Obrador en México y Maduro en Venezuela, Díaz-Canel en Cuba y Fernandes en Argentina? La verdad es poquísimo, cada izquierda tiene una historia diferente que contar y algunos la llamamos izquierda porque así se llaman, pero es difícil reconocerlas en sus políticas públicas. El público en todos estos países es el fracaso del sistema económico –capitalista, neoliberal, colonial, como nos gusta llamarlo– para crear un nivel mínimo de prosperidad que garantice el acceso de todos los ciudadanos a derechos básicos como la alimentación, la salud, la vivienda. y educación.

Daniel Ortega es una dictadura interna que se ha apropiado de una revolución popular. Díaz-Canel es heredero de un sistema comunista dictatorial y antidemocrático desde hace más de 60 años. Maduro es una caricatura del chavismo, quien a su vez era un populista nacionalista. Luis Arce en Bolivia es producto de un movimiento indígena iniciado por Evo Morales. Fernández representa una izquierda democrática asociada al peronismo, el populismo más rancio de América Latina. López Obrador es un PRI éticamente conservador. Aunque todos se autodenominan demócratas, los cuatro primeros tienen en común la creación de grupos de choque que, como escribió sobre el asunto boliviano el investigador de la UNAM Hugo José Suárez, forman parte de una estrategia nada democrática. Cito: “Promover estos grupos paralelos que actúan al margen de la ley y hacen lo que les dice su conciencia, protegidos por una retórica socialista aburrida y poco convincente, es parte de una estrategia para crear un estado paralelo que no se rija. intereses de los gobernantes “. Eso, hay que decirlo, no ha sucedido en Argentina o México, lo que no quiere decir que no pueda suceder.

La historia y el pensamiento del chileno Gabriel Boric poco o nada tiene que ver con esta visión de la izquierda que actualmente gobierna América Latina. Si algo caracteriza a esta izquierda es la juventud, y en ella hay temas que no existen en los viejos liderazgos socialistas de América Latina, como los derechos de género y los derechos ambientales. Muy pronto empezarán a aparecer las diferencias más que las coincidencias. Mientras el resto de la izquierda latinoamericana permanece anclada en una visión, formas y anhelos del siglo XX, en Chile, por primera vez, ha ganado una izquierda del siglo XXI. los jóvenes ganaron.

diego.petersen@informador.com.mx

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Antonia Jaimez

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