El 1 de octubre, el Diario Oficial de la Cámara de Diputados de México publicó un decreto de una iniciativa impulsada por el presidente López Obrador que tiene como objetivo reformar tres artículos de la Constitución relacionados con la gestión del sector eléctrico. Depuis quelque temps, le gouvernement avait annoncé son intention de mener une contre-réforme constitutionnelle en réponse à la réforme approuvée en 2013 par le Parti révolutionnaire institutionnel (PRI), sous le gouvernement d’Enrique Peña Nieto, qui avait conduit à la privatisation de El sector. La iniciativa presentada a la Cámara de Diputados es atrevida, agresiva y polémica, y el debate ha estallado en medios y redes sociales.
El Poder Ejecutivo declaró que la reforma es necesaria por razones de “seguridad nacional” y considera que la reforma de 2013 afecta los intereses nacionales y solo benefició los intereses de las empresas privadas, especialmente las extranjeras, en detrimento de las personas y de sus intereses. Así, el gobierno está pidiendo que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) vuelva a ser una agencia estatal y sea el actor más relevante en la producción y gestión de este sector en el país.
El mundo empresarial y la oposición política creen que la reforma es una expropiación total, que la credibilidad y confiabilidad de México en el exterior están amenazadas y que la cancelación de los contratos existentes pondría en peligro varios tratados internacionales, lo que llevaría a las empresas involucradas a recurrir a Tribunales.
La oposición también considera que la CFE no tiene la capacidad para brindar el servicio al país, considerando que la propuesta de reforma dice que debe proveer “al menos” el 54% de la electricidad del país. Además, de aprobarse, la reforma no permitiría a México cumplir con sus compromisos con la sustentabilidad del planeta al promover la producción de energía en centrales contaminantes.
La secretaria de Energía, Rocío Nahle, dijo en una entrevista con el diario El País: “nadie del exterior vendrá a decirnos si la reforma energética es buena o mala”. La funcionaria, que se considera nacionalista y dice que antes de pensar en una ideología piensa en su país, dijo: “La seguridad energética está ligada a la seguridad nacional, somos el gobierno y el gobierno está ahí para. todos. Mexicanos “.
Por otro lado, Manuel Barlett, actual director general de la CFE, quien fue secretario de Interior bajo Miguel de la Madrid (1982-1988) y secretario de Educación bajo Carlos Salinas de Gortari (1988-1992), reiteró en varias ocasiones, en un debate en Canal 14, que la reforma impulsada para acabar con el neoliberalismo era una cuestión de “seguridad nacional”.
¿Podrán impulsar las reformas?
La dificultad que enfrenta la administración mexicana para aprobar esta reforma y las otras dos reformas constitucionales que pretende llevar a cabo, una en materia electoral y otra relacionada con la integración de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional, es que incluso con sus aliados no tiene suficientes votos en el parlamento para aprobarlos (todavía faltan 57 diputados y 10 senadores).
La oportunidad para el gobernante partido Morena es que se enfrenta a un PRI dividido que debe recuperar el aliento para frenar su declive electoral y volver al centro del debate político. El principal partido de oposición cuenta con 71 diputados y 13 senadores en sus grupos parlamentarios, entre los que el oficialismo podría encontrar el apoyo que le permitiera obtener la mayoría necesaria.
Otro desafío que tendrá que superar el oficialismo es que uno de sus socios, el Partido Verde Ecológico, que cuenta con 43 diputados y seis senadores, no puede darse el lujo de impulsar una reforma que podría considerarse contraria a la energía limpia y el medio ambiente.
Por ello, el titular de la formación del gobierno en la Cámara de Diputados, Ignacio Mier, indicó que su grupo está abierto a negociaciones que no cuestionen el espíritu de la reforma. En la misma línea, el jefe de gobierno del Senado, Ricardo Monreal, asumió el desafío de negociar tanto con sus aliados como con miembros de la oposición.
AMLO vuelve a dirigirse a las fuerzas armadas
Aparte de que el gobierno triunfe o no en esta iniciativa, lo más grave es que la administración del presidente López Obrador vuelve a apelar – esta vez con la excusa de la eficiencia y la seguridad nacional – a las Fuerzas Armadas para resolver problemas de gobernabilidad.
La seguridad nacional está vinculada al orden público y excepcional a diario. La gobernabilidad de una nación no puede estar permanentemente en lo excepcional. El “nacionalismo” es una forma de ver el mundo, incluso si la Secretaría de Energía quiere disociarlo de una ideología; y en este contexto, la “seguridad nacional” es una justificación constante.
Gobernar un país utilizando la seguridad nacional en todo momento debilita la administración pública y distrae al gobierno de sus actividades cotidianas como de costumbre. El concepto de “seguridad nacional” es útil para que muchos políticos eluden sus responsabilidades, mientras que para aquellos con una cultura política autoritaria, la “militarización” se considera razonable.
Si finalmente se aprueba la reforma del sector energético mexicano con el pretexto de ser una cuestión de seguridad nacional, ¿veremos también a los militares construyendo centrales y distribuyendo energía?
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