La presidenta peruana, Dina Boluarte, anunció la “retirada final” de su embajador en México el viernes, citando el continuo apoyo del país norteamericano al derrocado presidente Pedro Castillo.
Castillo, el expresidente izquierdista de Perú, fue acusado y arrestado por intentar disolver el parlamento y gobernar por decreto en diciembre, y desde entonces Boluarte ha visto semanas de protestas antigubernamentales en todo el país andino pidiendo su destitución.
La acusación de Castillo fue criticada por aliados latinoamericanos de izquierda, incluido México, lo que provocó disputas diplomáticas.
El viernes, Boluarte denunció una injerencia “inaceptable” en los “asuntos internos” de Perú por parte del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador.
“He ordenado la retirada definitiva de nuestro embajador en México”, dijo Boluarte en un discurso televisado.
“De esta manera, las relaciones diplomáticas entre Perú y México quedan formalmente reducidas al nivel de encargado de negocios”.
Su anuncio se produce el mismo día en que López Obrador reiteró que “México (Castillo) seguirá apoyando a quienes han sido destituidos injusta e ilegalmente de sus cargos”.
“Rechazo enérgicamente los comentarios hechos hoy por el presidente de México sobre los asuntos internos del Perú y su reiterado e inaceptable cuestionamiento al origen constitucional y democrático de mi gobierno”, dijo Boluarte.
Agregó que López Obrador “ha decidido apoyar el golpe de Estado del ahora expresidente Pedro Castillo el 7 de diciembre de 2022”.
López Obrador ha sido uno de los partidarios extranjeros más fervientes de Castillo, junto con otros líderes izquierdistas de Bolivia, Argentina y Colombia.
Perú ya había expulsado al embajador mexicano a fines de diciembre, luego de que México otorgara asilo político a la esposa y los dos hijos de Castillo.
Al menos 48 personas han muerto en enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes desde que estallaron los disturbios el 7 de diciembre tras su derrocamiento y arresto.
Las manifestaciones son encabezadas por indígenas peruanos pobres del sur que ven a Castillo -quien también es de origen humilde y tiene raíces indígenas- como un aliado en su lucha contra la pobreza, el racismo y la desigualdad.
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