Hijos del maíz – el Sol de México

“… habían descubierto una tierra hermosa, llena de manjares, abundante en orejas amarillas y orejas blancas”.

Popol Vuh

Uno de los mitos cósmicos mesoamericanos más antiguos es el de la invención del maíz. tonacáyotl, “Nuestro sustento”, este alimento (comido por los mismos dioses) que Quetzalcóatl puso en los labios de la primera mujer y del primer hombre “para que se fortalezcan”. Así, desde los relatos fundacionales hasta la actualidad, el maíz, el cereal americano por excelencia, ha sido un elemento central en la dieta y la cultura de nuestro continente.

Entre el ruido y el polvo levantado por un grupo que, en el poder, intenta reescribir la historia y reemplazar símbolos, entre discusiones por estatuas y juicios para exigir disculpas por la Conquista de países que ni siquiera entonces existían, se produjo una lucha. Realmente inadvertido donde se juega el destino de este elemento tan venerado por los antiguos mexicanos, que nos dio el origen y nos nutrió: el maíz.

El 13 de octubre, la Corte Suprema de Justicia de la Nación propuso una importante resolución sobre la defensa del maíz indígena al rechazar todos los mandatos presentados por gigantes de la agroindustria como Monsanto Bayer y Syngenta. Esta es la primera vez que la Corte Suprema se pronuncia en esta batalla legal que libra, en ocho años, una coalición de ambientalistas y organizaciones campesinas contra algunas de las empresas más poderosas del mundo cuya voluntad es plantar maíz transgénico en México.

Esta acción, una vez más, nos da buenas sensaciones porque muestra que hay una especie de estado de ánimo en los casos que involucran a empresas transnacionales. Es muy importante que, ante estos “Goliats” de los alimentos transgénicos, se escuche a los muchos y unidos “David” que defienden la preservación de la variedad de nuestro maíz, lo que incluso beneficia a las abejas, tan dañadas en los últimos años. por tal glifosato, un herbicida dirigido por la Organización Mundial de la Salud.

Comprar maíz nativo también significa cuidar su entorno y, en cierta medida, es una responsabilidad social que debe ser vista como antropológica. Un buen ejemplo es el Popol Vuh, el libro sagrado de los mayas. Describe la duda de los dioses en el momento en que tuvieron que “armar” a los primeros hombres de la tierra. Habían fracasado en sus primeros intentos: hombres de barro y madera.

Cuatro animales (el gato, el cuervo, el coyote y el loro) los ayudaron y señalaron que en una zona abundaba el maíz blanco y amarillo. Si el maíz borra el hambre, también era necesario disipar la duda divina: los dioses se aprovecharon de los elementos del entorno y crearon seres humanos a partir del maíz.

No podemos negar la importancia cultural de nuestros alimentos ancestrales, sobre todo si su defensa ayuda a mantener en forma la diversidad del maíz nativo, del cual somos hijos. No perdamos de vista el tema que entraña la aplicación de la ley en torno a la salud de este país tan lleno de encantos.

Chiquita Pasqual

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