En VI. Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), realizada el 18 de septiembre de 2021 en la Ciudad de México, se reunieron 17 presidentes de la región. El presidente venezolano Nicolás Maduro, cuya ayuda a la región ha sido calificada de “sorprendente”, invitó a los presidentes de la región “a pasar página sobre la división y el acoso que se ha desarrollado en América Latina, especialmente contra Venezuela, Cuba y Nicaragua”. .
Asimismo, el anfitrión mexicano, el presidente Andrés Manuel López Obrador, pidió que se sustituya la política de bloqueo y malos tratos por “la opción de respetarse, de caminar juntos y de unirse por el mejor”. Bien de América sin violar nuestro soberanía “. voluntad de intentar restaurar la acción unitaria en la región a pesar de las diferencias ideológicas, lo cual es difícil en ausencia de Brasil, porque su presidente, Jair Bolsonaro, había retirado a su país de este organismo internacional. Argentina y Colombia – cuyos presidentes no asistieron a la reunión , ya sea por la crisis de su gobierno, en el caso argentino, o porque no quisieron dar una señal de reconocimiento a Nicolás Maduro, mantuvieron las distancias.
Con su presencia en el encuentro en México, Maduro pudo celebrar el regreso a la gran mesa de la política latinoamericana, superando así el rechazo que había enfrentado en ocasiones anteriores. Los presidentes de Ecuador, Paraguay y Uruguay solo tenían que exigir a Cuba, Nicaragua y Venezuela la ausencia de democracia, el respeto al estado de derecho y los derechos humanos en sus discursos. Juicios que provocaron momentos de tensión en el claustro, que no se había reunido a nivel presidencial desde 2017.
El hecho de que no hubo más intervenciones sobre el reclamo dejó en claro que el frente político que ignoró el poder de facto que ejercía Nicolás Maduro en Venezuela tras las elecciones presidenciales del 20 de mayo de 2018 se ha debilitado y, con ello, también el Grupo de Lima. . Si bien Colombia logró que el documento final, denominado “Declaración de México”, no incluyera la petición sobre el desmantelamiento de las sanciones contra el régimen venezolano, no hay duda de que el esfuerzo conjunto para restaurar la democracia en Venezuela ha perdido su efecto de propósito. .
Grupo Lima pierde peso en la región
Esta tendencia no es producto del encuentro de México, sino que ya salió a la luz con el retiro de Argentina del Grupo de Lima, en marzo de 2021. Además, el presidente peruano electo, Pedro Castillo, había anunciado que su país estaba evaluando apartarse del grupo. Esto resulta algo irónico ya que la propuesta emana del gobierno de la capital del que toma su nombre. El gobierno de Santa Lucía, en el Caribe, también ha decidido cancelar su membresía.
El Grupo de Lima nació con la firma de la Declaración de Lima el 8 de agosto de 2017, y se entendió que apoyaba a la oposición venezolana liderada por Juan Guaidó en la búsqueda de una solución pacífica a la crisis política del país, exigiendo la liberación de los presos políticos. , elecciones libres y el retorno del orden institucional democrático.
En esta ocasión se reunieron representantes de Relaciones Exteriores de 14 países de América Latina y Canadá. Sin embargo, sus integrantes nunca han logrado navegar de manera conjunta entre la posición de confrontación promovida por la administración de Donald Trump, por un lado, y, por otro lado, la actitud conciliadora de la Unión Europea y ciertos países de América Latina (Costa Rica, Uruguay, Bolivia y Ecuador) como parte de lo que se ha convertido en el Grupo de Contacto Internacional (ICG).
Con el desmantelamiento de la propia oposición venezolana, se ha perdido el foco en el actor central que se pensaba tomaría democráticamente el gobierno venezolano. Recientemente, el Grupo de Lima ha sido marginado con los primeros contactos entre la oposición venezolana (G4) y los representantes de Nicolás Maduro, con la mediación de Noruega y en vista de las elecciones anunciadas para el 21 de noviembre en este país andino.
Si bien es totalmente incierto si estas negociaciones serán exitosas, debido a las fintas políticas que continúan ocurriendo en Caracas, es evidente que el aporte del Grupo de Lima a una solución a la crisis venezolana siempre ha sido más de ejercer presiones que traer propuestas o iniciativas.
Del Grupo de Lima al Proceso de Quito
Lo poco que pudo aportar el Grupo de Lima contrasta claramente con los resultados que ha producido el Proceso de Quito desde su fundación en septiembre de 2018. A partir de los compromisos multilaterales asumidos en el marco del Grupo de Lima, Ecuador lideró la formación de un ejemplo que continúa funcionando como un mecanismo regional para coordinar esfuerzos para regular los flujos migratorios derivados de la crisis venezolana.
Como son 5,4 millones de personas, víctimas de un proceso de migración forzada motivado por la grave crisis humanitaria, es necesario regularizar la situación migratoria de los venezolanos en la región y lograr formatos de cooperación con organismos internacionales.
Considerado como un organismo técnico por los Estados de América Latina y el Caribe que se han visto afectados por la ola de ciudadanos venezolanos, ha sido posible, desde su fundación, articular una coordinación regional con el apoyo de un nutrido Grupo de Amigos de Implementar medidas, programas y proyectos diseñados para la integración de refugiados y migrantes venezolanos.
A pesar de los vaivenes políticos, el proceso de Quito ha traído soluciones, particularmente en el llamado corredor andino, con Colombia, Ecuador y Perú, ya que estos países de tránsito y acogida de la migración venezolana están concluyendo negociaciones. Acuerdos como la aceptación de viajes vencidos documentos. Venezolanos, o medidas contra la discriminación, intolerancia y xenofobia contra la población migrante.
A pesar de la crítica situación en la que se encuentra Venezuela en cuanto a las condiciones de vida de su pueblo, su deteriorada condición democrática y su polarización interna, el país se encamina a nuevas elecciones en noviembre. Los estados latinoamericanos y la propia Celac no cuentan con instrumentos efectivos para observar estas elecciones y garantizar los derechos de la oposición.
La Cumbre de la Ciudad de México dejó en claro que el discurso en defensa de la soberanía y el rechazo a la injerencia en los asuntos internos, como la celebración de elecciones, permiten el reconocimiento de gobiernos de cuestionable calidad democrática, como el de Nicaragua o Estados Unidos. Venezuela, democrática aunque su legitimidad electoral es más que dudosa. Da la impresión de que, para actuar de manera conjunta a nivel regional, se acepta sacrificar las condiciones de la democracia en América Latina.
Günther Maihold es subdirector de la Fundación de Ciencia y Política de Berlín (SWP) y columnista invitado de DW.
(cp)
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