Durante esta COP 26, los grandes ganadores fueron los promotores de la Misión de Innovación Climática. Bajo liderazgo estadounidense, la iniciativa firmada por 70 socios comerciales, entre ellos Bayer Monsanto, prevé impulsar el desarrollo de altas tecnologías en el uso de datos para la administración de plaguicidas altamente nocivos para la salud y el medio ambiente (productos de intensas emisiones de gases), que beneficiará a las grandes empresas tecnológicas en detrimento de los campesinos esclavizados por estos monstruos industriales, pero especialmente contra la calidad del suelo de la vida de la especie. Más de 300 organizaciones han dedicado el “Premio Fósil” de esta Cop 26 a esta iniciativa, denunciada también en México por la investigadora Silvia Ribeiro. Además de excluir a agricultores, pueblos indígenas, sociedad civil, se seguirá promoviendo el uso de plaguicidas contra nuestra seguridad alimentaria, contra la regeneración ambiental, contra la supervivencia de la biodiversidad bajo el eufemismo de “la agricultura inteligente”: una inteligencia neocolonial firmada por México que seguirá envenenando nuestra salud pública individual y colectiva.
La semana pasada, el colectivo Extinction Rebellion México demostró en las instalaciones de Bayer Monsanto los resultados predatorios del modelo de desarrollo de su supuesta “superempresa”. Lo premiaron por haber extinguido especies endémicas como las monarcas, por todas las vidas que afecta a diario, como denuncian los activistas que señalan con el dedo sus innovaciones tóxicas como el poliestireno (Styrofoam), los sustitutos del azúcar que provocan la diabetes, los pesticidas. que provocan cáncer. Entre sus siniestras connotaciones históricas está su implicación en la fabricación de gas para los campos de exterminio del régimen nazi o del Agente Naranja en la Guerra de Vietnam.
Para Bayer no importa su responsabilidad en la ola de suicidios de cientos de agricultores en India por la destrucción de suelos y los efectos secundarios de sus cultivos transgénicos, denunciada por Vandana Shiva, una de las ambientalistas más reconocidas del mundo.
Para Bayer, no importa cuántas vidas haya destruido, por cuántos años más envenena el suelo, el agua o el aire. Tampoco se deja intimidar por las voces ciudadanas, el activismo ambiental, la emergencia climática o sus víctimas. El intervencionismo del Norte, su complicidad con los gobiernos que se han rendido, su propaganda dañina e irreprochable para la manipulación de la opinión pública, así como su millonario fondo reservado para atender las exigencias legales de personas cada vez más directamente afectadas por su salud, son las claves. herramientas de su colonialismo transnacional.
Hace unas semanas, el estado mexicano, a través de COFEPRIS, rechazó acertadamente y por primera vez la autorización de una nueva variedad de maíz transgénico producido por Bayer y a través de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que rechazó sus amparos. Pero en ese momento, el estado mexicano premió a la empresa con este pacto global por la agricultura dañina. En su práctica diaria, continúan más que nunca contaminando nuestros territorios y nuestra población con total impunidad. Se necesita con urgencia una mayor conciencia.
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