Cuartos electorales del cuarto – El Sol de México

A falta de algunas de las transformaciones trascendentales que ofrece Andrés Manual López Obrador, la llamada cuarta al final de su tercer año de reinado ha provocado la novedad política del inicio anticipado de la contienda por la candidatura a la presidencia de la República. . La movilización generada en su partido contamina la de la oposición por simpatía y diluye el ambiente en detrimento de lo que sería la marcha normal hacia la sucesión de 2024. Mientras tanto, más que cambios en la obra pública, el país va sumando retrocesos o estancamientos como el crecimiento de la delincuencia, el aumento de la pobreza y la paralización de la economía.

El presidente López Obrador abrió prematuramente un menguante arsenal de perspectivas para la candidatura de Morena, cuyos nombres se conservan por su relevancia Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, del que Ricardo Monreal decide no ser excluido. Como no había sucedido en administraciones anteriores, antes de mediados del reinado arrancó la maquinaria política, a la que se sumaron los cuatro partidos de oposición, que ya contienen los nombres de posibles candidatos a la presidencia del país.

A diferencia de partidos anteriores en los que el presidente de la república mantuvo en reserva el nombre del verdadero hombre hasta el último momento, López Obrador muestra su inclinación hasta ahora por la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, a quien ha animado. inició una campaña que consistió principalmente en aparecer como copia de las políticas de su promotor, sin cambiar una sola coma en los puntos del discurso oficial. Si llega a la presidencia, Claudia Sheinbaum sería la repetición exacta de la política de López Obrador y sus promesas incumplidas. El actual senador encargado de la coordinación política del caucus morenista, Ricardo Monreal, está llevando a cabo su propia campaña en la que, de materializarse una aspiración inquebrantable, acabaría en la revuelta contra López Obrador en un intento por ganar la votación de 2024. arriba. independientemente del método de nominación del candidato. López Obrador está presionando para que las elecciones seleccionen al abanderado del partido, en un proceso más alejado de la democracia participativa que anuncia como uno de los cambios en su gobierno. En el mejor de los casos, la encuesta solo refleja la opinión en un momento dado de los pocos miles incluidos en un cuestionario, cuando no es la herramienta de manipulación de la persona a la que se realiza esta auscultación.

En el concurso abierto con anticipación, se destaca el caso de Marcelo Ebrard, el Ministro de Relaciones Exteriores, quien, habiendo aceptado su legítimo deseo de ser candidato, continúa desempeñando sus funciones con un gran sentido de responsabilidad política y civismo y en al margen de las exhibiciones exageradas de su rival Sheinbaum y el aspirante a rebelde Ricardo Monreal. Ebrard Casaubon se manifiesta así como un político profesional, consciente de sus deberes como funcionario, sin por ello declararse fuera de la carrera.

El sometimiento absoluto del jefe de gobierno a las políticas de López Obrador y las sospechas de rebelión del senador Monreal contrastan con la posición de un político a la altura de Marcelo Ebrard, consciente de que su labor seria y responsable puede terminar con la tendencia de El El equilibrio a su favor, que ya se ha mostrado, aunque por un pequeño margen en las primeras encuestas, es aquí el único método disponible para conocer la evolución de las preferencias ciudadanas, aunque finalmente se impusieron otros procedimientos como las elecciones internas de los partidos o las primarias. organizado y sancionado por la autoridad como se aplica en los Estados Unidos y en otros países con democracia avanzada.

Mientras tanto, hay que aceptar la realidad indiscutible de que hoy, como durante tantos años, es el Presidente de la República quien determina el nombre del candidato a la sucesión de su partido. En los momentos más destacados del priismo hegemónico, el Presidente de la República ejerció su papel de fiel del balance para designar no al futuro jefe de gobierno, sino al candidato de su partido que, dadas las circunstancias, es el cierto ganador de las elecciones. El método no parecía tan desvinculado del principio democrático: la decisión a favor del electo surgió como producto de un acuerdo de los sectores del partido, la población, el trabajador y el campesino, que teóricamente agrupaba a la población del país. esa política de formación. Entonces dio la apariencia de una nominación de candidato que surgió de la auscultación entre todos los miembros del partido, aunque en realidad la decisión del presidente fue la última palabra en el proceso. En los gobiernos priístas se han ensayado diversas formas de esta consulta; Al finalizar el mandato de Luis Echeverría, el secretario de Recursos Hidráulicos, Leandro Rovirosa Wade, asumió el papel de “abridor” oficial al nombrar públicamente a los siete candidatos, incluido el finalmente electo José López Portillo, amigo personal del presidente Echeverría desde entonces. infancia. López Portillo siempre aseguró que había consultado a diversos sectores de la sociedad para sopesar el peso que llevaría a los creyentes de la balanza a su debido lugar. Se siguieron trámites como la denominada pasarela de candidatos a las cámaras del Congreso, siempre con la decisión final del Presidente de la República. Todo apunta a que el dedo de antaño volverá a funcionar a la hora de la decisión de la candidatura presidencial, solo que esta vez López Obrador pretende conformarse con la peor farsa democrática que sería la encuesta realizada por el despiadado índice del propio presidente. .

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Chiquita Pasqual

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