Los biólogos estadounidenses han descubierto que dos cóndores de California, un ave considerada en peligro crítico de extinción, tuvieron descendencia sin necesidad de un compañero masculino.
El descubrimiento sorprendió a los científicos. Hasta entonces, no se sabía que los cóndores fueran capaces de reproducirse asexualmente o “partenogénesis”. En este tipo de reproducción, el embrión se desarrolla sin que el óvulo sea fecundado.
La partenogénesis ya se ha verificado en otras especies de aves, así como en lagartos, serpientes, tiburones, rayas y otros peces.
Solo hay unos 500 cóndores de California en el suroeste de Estados Unidos y México.
En la década de 1980, el número de ejemplares de la especie se redujo a menos de 30, pero gracias a los esfuerzos de conservación, la población de aves ha aumentado en los últimos años.
Los resultados revisados por pares de San Diego Zoo Wildlife Alliance se publicaron esta semana en el Journal of Heredity de la American Genetic Association.
Los investigadores describen cómo las pruebas genéticas de rutina de las aves en cautiverio llevaron al descubrimiento de que dos polluelos machos nacidos en 2001 y 2009 estaban vinculados a las madres pero no a los padres.
Se analizaron los 467 cóndores machos del grupo de reproducción. Lo que hace que el caso sea aún más raro es que, por primera vez, la partenogénesis ocurrió cuando los machos estaban presentes para la reproducción.
La partenogénesis es un evento extremadamente raro, pero se ha registrado en otras especies. Ocurre cuando una célula femenina se comporta como un espermatozoide y se fusiona con un óvulo. Por lo general, se presenta en poblaciones de animales con pocos machos reproductores o ninguno.
“Este es realmente un descubrimiento increíble”, dijo Oliver Ryder, coautor del estudio y director de genética de conservación en San Diego Zoo Wildlife Alliance, en un comunicado.
“No estábamos buscando exactamente evidencia de partenogénesis; nos sorprendió. Simplemente lo confirmamos debido a los estudios genéticos normales que hacemos para probar la ascendencia”.
Lamentablemente, ambos cachorros murieron: uno a la edad de dos años en 2003 y el otro en 2017 a los siete años.
Ambas presas de cóndores tenían crías criadas de forma tradicional.
Uno tuvo 11 crías, mientras que el otro, que se apareó con un macho durante 20 años, tuvo 23 crías. Se reprodujo dos veces más después de la partenogénesis.
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