En su libro más reciente, ¡Viva el socialismo!, Thomas Piketty, uno de los economistas más leídos de la actualidad, hace uno de los pensamientos más poderosos y relevantes del momento, a saber: cómo construir una sociedad participativa, democrática, social, mestiza. y alternativa ecológica feminista? La lección de Piketty es fundamental: debemos repensar las formas de participación y las relaciones estatales.
El hipercapitalismo aumenta las desigualdades y devasta el planeta mediante la explotación de los recursos, pero no podemos contentarnos con estar en contra del capitalismo o el neoliberalismo; sobre todo, tenemos que estar a favor de algo diferente. Esto requiere poder definir claramente las formas de gobierno y el sistema económico que se desean para formar una sociedad más justa; A menos que ofrezcamos una alternativa real y concreta, el sistema actual seguirá teniendo muchos años de vida.
El estado social que surgió entre 1910 y 1920 representó una evolución de las formas de gobierno y de los sistemas legales, sociales y fiscales del siglo pasado; lo que ha llevado a cierta igualdad en el acceso a derechos básicos como la educación, la salud y la seguridad social durante el siglo XX, al menos mayor igualdad que en cualquier otro momento.
Uno de los principales retos de este siglo XXI y de la crisis sanitaria de 2020 es precisamente repensar el papel del estado del bienestar y su participación en el bienestar de las personas. El pensamiento de izquierda moderno surge en gran parte como una reacción a los abusos de la Revolución Industrial; La revolución de la inteligencia artificial, así como el aprendizaje automático, generará una mayor exclusión, para lo cual es necesario modernizar el pensamiento de izquierda y social desde nuestro momento histórico y económico.
Para construir un estado social y participativo, la condición fundamental es la equidad educativa, pero esto no es suficiente. Debemos repensar todas las relaciones de poder y la concentración de la propiedad; Se necesitan mecanismos para hacer más efectiva su distribución, especialmente entre las mujeres, comunidades indígenas que histórica y sistemáticamente han sido oprimidas.
Reducir las desigualdades es posible, pero implica compromisos, además de desafiar las estructuras que se benefician de la concentración de poder y propiedad. La mayor responsabilidad política de nuestro tiempo será construir una alternativa al capitalismo, reformar el sistema educativo y apostar por una política demográfica que los haga ecológica y económicamente viables. XXXTwitter. @LuisH_Fernandez
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